Hace un par de semanas, en una gran conferencia de prensa en el Estadio Nacional (lugar de “Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin historia”) el presidente de Chile señalaba que el fútbol chileno (adulto y masculino) volvía. Pero ¿Qué volvió?
Volvió la reactivación del deporte fútbol, en su esfera profesional y remunerada. Volvió el consumo del fútbol masculino, adulto y profesional. ¿Por qué consumo? Porque efectivamente volvió la industria del fútbol en su máxima expresión, estadios vacíos y televisación 100% garantizada. Volvió para aliviar una sociedad adiestrada al consumo, culturalmente inscrita en los valores neoliberales, volvió para la satisfacción individual, aunque parezca colectiva, porque no ha vuelto la vida activa presencial del club, que sepamos nadie consultó sobre la vuelta del fútbol, se hizo en base a criterios de mercado y de descompresión.
Como organización esto nos ha resultado bastante incómodo, porque percibimos que en la segunda vuelta del fútbol hay menos cuestionamientos que los propuestos por allá en enero de 2020 por algunos grupos sociales. En su momento pensamos que, con la alta cantidad de violaciones a los derechos humanos, resultaba imposible que retornara el balompié nacional y avocarse para asistir a la cancha, sin embargo en aquel entonces volvió y hoy, con una pandemia de por medio y todo lo que ha conllevado, nuevamente ha vuelto.
¿Por qué resulta incómodo?, porque vibramos con Wanderers, creemos profundamente en nuestro Club, amamos nuestra historia, pero no podemos estar de acuerdo, ni olvidar todo por el amor al Club y con ello queremos decir que reconocemos que Wanderers hoy forma parte de una industria y es un producto del capital. Justamente allí surge una contradicción, el modelo que sustenta actualmente al fútbol chileno masculino adulto y profesional es una expresión del Mercado e insumo del neoliberalismo, productor de una cultura altamente individualista y segregadora. Y claro, aun así, amamos y seguimos creyendo en un Wanderers y un fútbol diferente, llevándonos a distanciarnos sobre la vuelta del fútbol en tiempos de pandemia, principalmente por el valor que se está otorgando ¿realmente lo que vemos y/o vivimos es fútbol?
Es a propósito de lo anterior que emerge la siguiente inquietud: ¿Y si el día de mañana queda instalada esta práctica impuesta, es decir, que las personas, en tanto hinchas, aficionadas, aficionados, socios y socias resultáramos prescindibles de la cancha? ¿En otras palabras, si en adelante nos cambiaran por pantallas led y mucha publicidad en las galerías del estadio? ¿Qué haremos? ¿Qué sucede con aquella organización social, qué sucede con dicho tejido social?
Por otra parte, mientras habitualmente critican por todos lados a las barras e hinchadas, lo primero que aparece durante la transmisión es un público pixelado, reiterados cánticos de la barra del club que oficia de local para que los y las espectadoras (de la transmisión televisiva) sientan una experiencia más real (más de estadio, domesticado) y proyectan en pantallas led pancartas (o lienzos) en apoyo al equipo de fútbol. Pero qué es eso, ¿los nuevos tiempos? ¿Las nuevas formas de vivir? Parece que el fútbol volvió con más privilegios que antes y al parecer esos privilegios se reparten para parecer más democrático, pero no lo es, buscan promover la comodidad de verlo desde la pantalla y vivir la experiencia del espectáculo tal y como lo fueron las resoluciones de los torneos europeos, con mucha tecnología y mercantalización de por medio.
Es realmente agobiante que por todo haya que pagar, incluso en estos tiempos que las condiciones materiales e inmateriales de nuestra sociedad están críticas, en donde aumenta el desempleo, aumentan las muertes por COVID19, aumenta el hambre y la crisis la seguimos pagando trabajadoras y trabajadores. Nos ronda la siguiente idea: “merecemos alegrías y distracción ante las amarguras que hemos vivido como sociedad”, sin embargo ¿realmente queremos que esa alegría provenga de una industria que explota justamente nuestro amor a nuestros colores?
No estamos de acuerdo con este modelo social, lo que no significa que tengamos necesariamente la razón, sino que más bien en la línea que hemos levantado en este periodo hacemos la pregunta: ¿es éste el fútbol que queremos, dominado entre cuatro paredes y quien sea el rostro resulte ser una AFP y un presidente que nos ha violentado, mutilado y asesinado a título de defender un modelo económico y social?
Deseamos que los jugadores, sus familias y especialmente los y las trabajadoras que mueven y dan vida a la industria del fútbol se encuentren con todos los resguardos por su salud individual y de sus familias, esperamos que puedan desempeñar su trabajo con las mejores condiciones. Pero sabemos que, al ser una industria explotadora poco importan los y las trabajadoras, lo importante es dar respaldo a un modelo explotador, no por nada se ha retrasado la vuelta del fútbol femenino (tema para otra columna de análisis y reflexión).
Estamos viviendo tiempos únicos, no regulares, rapidísimos y complejos, ha resultado complicado tomar postura frente a este asunto, pero seguimos pensando que esta vuelta del fútbol en tiempos de pandemia no es lo más adecuado ¿y por qué? Porque percibimos que el fútbol está siendo instrumentalizado forzosamente para instalar la idea del gobierno de que vivimos una nueva normalidad, invitando a normalizar una crisis que no tiene nada de normal. No hay nada normal en un país en donde el desempleo, el hambre y las claras desigualdades sociales se siguen agudizando a propósito de la crisis sanitaria a causa del COVID19 y las respuestas del gobierno se remiten a lógicas punitivas y de control público.
¿Entonces volvió el fútbol?
*Al momento de terminar el presente texto también se compartió en Revista Obdulio una nota de la organización Nuestra Cruzada, compartimos plenamente lo manifestado en aquel espacio: https://revistaobdulio.org/2020/09/03/futbol-al-servicio-de-los-opresores/?fbclid=IwAR0qVs5eroiyLKwGh-N2U5pMP2iy6Mzh6xgCF16uFuGsGgfKzgqIxR8KYxw
Movimiento 15 de Agosto 